El presente artículo expone los problemas medicolegales de las contusiones de piel y tejidos blandos superficiales, enfatizando que, a pesar su escasa importancia clínica, los profesionales sanitarios deben prestar atención a su identificación y valoración, ya que tienen importantes implicaciones medicolegales.
En Medicina asistencial suele prestarse poca atención a las lesiones externas superficiales de carácter leve, debido a que, generalmente, solo ocasionan problemas menores o, incluso, curan espontáneamente. Entre ellas, se encuentran las contusiones.
Ello hace que, en no pocos casos, existan dificultades para identificar estas lesiones en las víctimas o en los agresores.
Los sanitarios suelen hacer referencias sólo generales a las mismas o, incluso, pueden omitir su existencia en los partes o informes médicos, al tratarse de lesiones carentes de relevancia asistencial.
Sin embargo, en casos medico legalmente relevantes, estas lesiones adquieren una importancia extrema. No en vano se comportan como testigos de la violencia y como descriptores de sus características. Podríamos verlas como centinelas de los problemas medicolegales de un caso.
Interesa, por tanto, identificar precozmente las lesiones extensas, valorarlas y documentarlas apropiadamente.
Por otro lado, como ocurre con todos los indicios de las acciones violentas, estas lesiones son perecederas y, no raramente, se modifican o desaparecen pronto.
De ahí que la asistencia clínica inicial a las personas objeto de violencia, sea cual fuere su etiología, debe incluir también una dimensión de análisis medicolegal lo más tempranamente posible.
Dicho de otro modo, el profesional sanitario es quien ve estas lesiones en primer lugar y, por tanto, quien mejor puede valorar sus implicaciones medicolegales.
Por otro lado, en todo hecho violento, es fundamental recoger cualquier tipo de indicio. En el caso de las lesiones externas, su “recogida” equivale a su documentación.
Hoy en día la fotografía digital permite incorporar estos elementos a la historia clínica de Urgencias, por lo que ha de insistirse en que el profesional sanitario piense en esta necesidad de documentación, al menos en los casos medico legalmente relevantes (agresiones, lesiones auto infringidas o casos dudosos o sospechosos).
Adicionalmente, en las lesiones opera también el llamado Principio de Lockard, por el cual víctima y agresor intercambian indicios que pueden permanecer en ambos durante algún tiempo.
En consecuencia, las contusiones pueden calificar a una persona de víctima o de agresor, de la misma manera que cualquier otro indicio transferido. El agresor puede dejar en la victima su sello criminal, pero también la victima puede dejar lesiones en el agresor.
Todos esos aspectos enfatizan el hecho de que los profesionales Sanitarios deben prestar atención a las lesiones externas menores en lo relativo a su importancia médico legal.
Esto no solo es aplicable a los Médicos, sino también, y muy en particular, a los profesionales de la Enfermería. No en vano suelen ser estos últimos quienes establecen el primer contacto asistencial con el lesionado.
Pero, para una adecuada valoración forense de estas lesiones, dichos profesionales deben contar con formación al respecto. No hay que olvidar que el objetivo asistencial es el primero y cumplimentar y el más exigente.
Ello suele colocar en segundo plano la formación necesaria para investigar y conocer los aspectos medicolegales de las lesiones, de manera que a muchos sanitarios les falta una formación más profunda en estos temas.
En este trabajo daremos orientaciones que puedan servir a los Médicos Legistas pero también a los Sanitarios en lo relativo a estas lesiones.
Progresar en este aspecto es una buena manera, en mi opinión, de que las víctimas sean plenamente resarcidas y los agresores identificados.
El término “contusión” hace referencia a un mecanismo de acción, más que a una característica lesional.
Así según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, contundir es golpear o magullar a alguien. Magullar se define como: causar a un tejido orgánico contusión, pero no herida, comprimiéndolo o golpeándolo violentamente.
Es decir que, bajo el concepto de contusión podemos incluir todas las lesiones que resulten de dicho efecto de golpe, sin herida.
Debido a su mayor interés médico-legal, las contusiones que analizaremos serán solo las que pueden clasificarse en Medicina legal dentro de grupo de lesiones externas. No incluiremos el estudio de otras contusiones como pueden ser las de órganos internos o cavidades.
Entendemos por lesiones externas aquellas que están situadas en la superficie corporal o en las capas superficiales del exterior del organismo, siendo, por tanto, accesibles a una identificación por inspección (simple o asistida). En el concepto de «superficie corporal, se incluyen también algunas mucosas accesibles desde el exterior como la bucal, la vaginal o la rectal».
Por inspección simple entendemos la mera visualización macroscópica, y por inspección asistida aquella que se realiza con medios técnicos que permiten revelar la existencia de lesiones ocultas.
Dichos medios pueden ser no invasivos (magnificación óptica, proceso de imagen, luces forenses, reactivos, técnicas radiológicas, ecografías, etc.) o bien invasivos (incisiones exploradoras en el cadáver).
En Medicina Legal, solo existen tres etiologías para cualquier lesión:
En el contexto de la etiología, suele hablarse, también, de lesiones de lucha y lesiones de defensa.
Pero, muchas veces, las fronteras entre estas etiologías son borrosas, al igual que en las lesiones de lucha o de defensa.
Por ejemplo, una persona puede autolesionarse, pero tener su voluntad mermada, por coacción o por hallarse bajo efectos de drogas u otros agentes. La etiología, en tal caso, no sería autolesiva (aunque lo fuera la acción), sino criminal, susceptible de ser imputada a un tercero.
También, una lesión aparentemente de defensa, como puede ser una contusión en la cara radial del antebrazo, puede ser indicativa de una lucha pues puede proceder de la defensa de la víctima y asentar en el agresor.
Sin embargo, al Sanitario no le compete determinar la responsabilidad de una acción. Será el Jurista quien clarifique si se trata de u accidente, un crimen (doloso o culposo), o una autolesión.
Los esfuerzos del Sanitario deben ir dirigidos tratar de describir lo más detalladamente posible las lesiones y, si es posible, hacerlo en un lenguaje y con una metodología que permitan que el jurista pueda interpretar apropiadamente el caso.
Veamos cuales son los principales tipos de estas lesiones
Siguiendo con el concepto basado en el mecanismo causante, podríamos hablar de:
1) CONTUSIONES SIMPLES |
a) Con integridad de piel o mucosa |
i) Equimosis |
(1) Equimosis propiamente dicha |
(2) Equimoma |
(3) Hematoma |
(4) Sugilaciones |
(5) Petequias |
ii) Contusiones profundas |
iii) Derrames |
b) Sin integridad de piel o mucosa |
i) Erosiones |
ii) Escoriaciones |
iii) Heridas contusas |
2) CONTUSIONES COMPLEJAS |
a) Arrancamientos |
b) Aplastamientos |
c) Mordeduras |
d) Caídas |
e) Precipitaciones |
f) Accidentes de circulación |
Debidas a la participación de un solo mecanismo violento.
Se diferencian según exista o no integridad de la piel o mucosa.
Es el conocido vulgarmente como “cardenal”. Corresponde a un sangrado leve de los pequeños vasos de la piel y, principalmente, del tejido celular subcutáneo.
La sangre se infiltra en los tejidos de forma laminar. Como hay lesión de pequeños nervios, se produce dolor.
En la imagen, aun a pesar de la notable cantidad de sangre, esta infiltra los tejidos de ambos parados, por lo que no es un hematoma sino una equimosis. aparece además otra lesión: Una erosión arciforme (flechas) producida por la montura de las gafas (Ver erosiones, más adelante).
Si la cantidad de sangre extravasada es importante, algunos hablan de “equimoma”.
Se suele emplear este término cuando existe una colección (acúmulo) de sangre en el interior de un órgano o tejido.
La diferencia con el equimoma seria que en el hematoma existe una colección sin tejido en su interior, mientras que en el equimoma, la sangre infiltra los tejidos y se comporta más como una mancha a través de ellos, que como una colección.
A veces, se habla de bolsa sanguínea para referirse a un hematoma que forma un abultamiento significativo de la piel o mucosa. La sangre de la periferia de esta colección sanguínea se coagula al contacto con los tejidos, formando un rodete duro que contornea una zona blanda depresible ([i]). Un ejemplo son los llamados hematomas subgaleales del cuero cabelludo.
En la imagen, puede verse un hematoma profundo, sin que, aparentemente, existan signos de contusión en la piel. Esto suele ser característico de golpes con objetos o elementos romos. De ahí que sean necesarias pruebas en el vivo o bien incisiones exploradoras en el fallecido para detectarlos.
Los hematomas ocultos son un clásico, dentro de las lesiones por tortura cuando se infringen golpes, con, por ejemplo, una toalla mojada.
Se producen por mecanismos de succión y por ello adoptan una forma redondeada similar al orificio bucal.
Son pequeñas, generalmente puntiformes.
En la imagen, se aprecia un «piqueteado hemorrágico» típico de las asfixias. Este aspecto, que cuando se da en la cara se denomina «mascarilla equimótica» de Morestin, constituye uno de los
diagnósticos diferenciales con un origen traumático de una petequia. El aspecto en piqueteado es característico, así como su localización en la cara, regiones claviculares y supraclaviculares y el tórax.
En la imagen, son petequias situadas en la regio subpectoral.
No nos referiremos a ellas, pues asientan en órganos profundos. Solo recordar que pueden existir aun en ausencia de evidencia de lesiones externas.
El derrame es, también una colección de un líquido pero, en este caso, diferente a la sangre.
Son conocidos los derrames articulares. Otro ejemplo típico son los llamados derrames serosos de Morell-Lavallé, que se producen en áreas con fascias aponeuróticas potentes (muslo, región dorso-lumbar). Los traumatismos despegan la fascia produciendo rotura de los vasos linfáticos, ocasionando este tipo de derrames.
A veces, los derrames son de contenido mixto, acumulando sangre y otros fluidos. No analizaremos los derrames cavitarios, si bien, pueden tener interés reconstructivo los llamados derrames articulares.
Erosiones lineales de naturaleza autolítica. Nótese el paralelismo y las pequeñas costras negras en varias de ellas
Se produce una efusión de líquido sero-hemato-linfático que da lugar a la costra. Según ésta esté compuesta por menor o mayor componente de sangre, la coloración tenderá a ser amarilla, rojo-amarillenta o rojo oscuro-parda.
El mecanismo de producción es el mismo que en las erosiones. Aquí la lesión asienta solo no solo en la epidermis, sino que afecta también a la dermis.
Pueden producirse no solo por la acción de un objeto no cortante que dislacera la piel y tejidos, sino también por el propio hueso.
Así, son frecuentes las heridas de “dentro a fuera”, en la que es el hueso el que lesiona la piel. Un ejemplo típico son las heridas de la ceja. A veces, son esquirlas óseas las que producen la lesión de dentro a fuera.
Una característica de estas lesiones es su irregularidad o anfractuosidad. En ocasiones, se ven puentes de tejido entre los labios de la herida, muy típicos de estas lesiones, en contraposición con las heridas cortantes por arma banca.
La presencia de bordes severamente contundidos o incluso de colgajos o áreas de heridas en “scalp”, son también habituales.
En la imagen, se aprecia una lesión frecuente en proyecciones fuera del vehículo en accidentes de circulación.
Nótese la herida en estrella por estallido en el punto de impacto y la equimosis circular que la rodea, indicando el contacto de una esfera con un plano.
Concurren en su producción más de un mecanismo.
Figuran aquí lesiones como los arrancamientos, aplastamientos, mordeduras, caídas, precipitaciones y los accidentes de circulación.
Son los siguientes:
La inspección visual simple puede ser empleada para valorar preliminarmente estas lesiones.
Iluminación ultravioleta mostrando al la derecha un elemento oculto a la vista (en este caso, un tóxico)
Un aspecto muy interesante es la inspección asistida.
La mera magnificación óptica puede revelar la existencia y características de lesiones poco visibles.
Otro sistema empleado para revelar lesiones ocultas son las llamadas luces forenses. Entre ellas, una de las más utilizadas es la luz ultravioleta, la cual presenta indudable interés en la práctica clínica para la detección de fluidos y lesiones (ver artículo).
En la imagen se muestra una comparación antes y después de la iluminación ultravioleta en un caso de muerte súbita. Las luces forenses permiten detectar aspectos ocultos tanto en lesiones como en oro tipo de indicios. En este caso, la imagen blanca (flechas) correspondía a material pulverulento con contenido en cocaína, invisible en la inspección no asistida.
La ecografía musculo-esquelética orientada a fines no asistenciales es un método excelente de detección de lesiones profundas tanto en grasa como en la musculatura. Suele ser poco utilizada ya que clínicamente no tiene mucha utilidad, si bien permite detectar lesione ocultas de gran interés forense.
Deberían valorarse, por tanto, indicciones medicolegales de estas exploraciones en la asistencia de personas que involucradas en intercursos violentos de interés médico-legal.
Otra prueba que puede realizarse es la RNM de la parte afecta, técnica capaz de demostrar lesiones ocultas en tejidos blandos o en hueso. Algunos han llamado a las hiperintensidades en hueso que esta prueba es capaz de detectar “forensic sentinel sign” pues permite detectar lesiones ocultas.
En el caso de fallecidos, se realizan en la autopsia incisiones exploradoras precisamente para ver si hay afectación en profundidad.
En la persona viva podemos encontrarnos con equimosis, petequias, hematomas y derrames que no tienen un origen violento. Así, las coagulopatías o las enfermedades infecciosas, pueden dar lugar a estos cuadros. Algunas hemopatías pueden producir derrames articulares.
Es importante, en consecuencia, hacer un estudio clínico del caso que permita descartar estas posibilidades.
En el fallecido, hay numerosas entidades no traumáticas que pueden simular una contusión.
No hay que confundir estas lesiones con las livideces cadavéricas, las cuales también pueden cambar de coloración. La localización declive de estas y la vitropresión cuando no están fijadas puede ayudar a diferenciarlas.
Las livideces no fijas suelen desaparecer momentáneamente por presión en las primeras horas, Con posterioridad, es necesario hacer la prueba del lavado para diferenciarlas de las contusione vitales.
Algunos fenómenos cadavéricos como la mancha verde abdominal pueden confundirse con una contusión.
Las petequias en áreas faciales y torácicas superiores son habituales en as asfixias, por lo que tampoco deben ser confundidas con lesiones.
El llamado signo de Sommmer-Larcher que aparece en los ojos como resultado de la deshidratación postmorten de la conjuntiva tampoco debe ser confundido con una equimosis.
Las lesiones postmorten también pueden ser producidas por animales, los cuales pueden tener incluso predilección por determinadas partes el cuerpo.
Para averiguar la etiología médico-legal de estas lesiones, tenemos en cuenta una serie de parámetros:
El los intercursos violentos las lesiones suelen predominar en determinadas regiones.
Una de las regiones más afectadas suele ser la facial. Arañazos o estigmas ungueales, así como contusiones propiamente dichas, pueden aparecer aquí.
Así, como lesión de defensa, son típicas de la cara radial del antebrazo, al interponer éste como protección ante la agresión.
Como lesión de lucha, aparecen también en la cara medial y lateral de los brazos, ya que estas son zonas de agarre tanto del agresor a la víctima como a la inversa.
En agresiones sexuales pueden verse equimosis numulares o digitiformes en los muslos bien en su cara anterior o medial.
Las manos son empleadas, también, como mecanismo de defensa o de lucha, con lo que con frecuencia quedan lesionadas las uñas que aparecen rotas.
Es conocido que bajo ellas pueden encontrarse vestigios de la piel de del oponente por lo que es importante tomar muestras de debajo de las mismas, o simplemente recortarlas individualmente.
La región cervical suele ser también blanco de las manos de cualquiera de los participantes en el intercurso violento. La cara anterior y las laterales suelen presentar este tipo de lesiones.
En las autopsias se han descrito equimosis post-mortem sobre todo en casos con congestión venosa importante. Esto se conoce como efecto Prinsloo-Gordon (Vease: Prinsloo I, Gordon I. Post-mortem dissection artefacts of the neck and their differentiation from ante-mortem bruises. S AfrMed J 1951;25:358–61).
Debido a esta posibilidad se recomienda en las autopsias que antes de examinar internamente el cuello, se genere un campo abriendo primero el cráneo, tórax y abdomen para terminar examinando el cuello.
Una característica común a las lesiones con integridad de la piel que se causan con elementos blandos, como pueden ser las manos, es que a menudo existe discrepancia entre lo poco aparentes que resultan estas lesiones a la inspección y lo extremadamente notables que resultan en profundidad.
Es decir que podemos encontrarnos con escasas equimosis superficiales y grandes y extensos hematomas en profundidad.
Hay que tener presente que a veces los hematomas o las equimosis no se localizan en el lugar del impacto, debido a su migración con el tiempo. Un ejemplo típico son los ojos de Mapache de las fracturas frontales. De ahí la importancia de examinar al lesionado lo antes posible.
En la imagen, nótese la escasez de equimosis y de erosiones en la piel.
Estas ultimas, producidas por la ropa, se señalan con flechas.
Sin embargo, la exposición de los tejidos del cuello muestran una gran equimoma en profundidad (imagen de la derecha).
Como lesión de lucha son muy típicas las equimosis en la mucosa de los labios.
En las agresiones son frecuentes las maniobras de acallamiento, lo que hace que los dientes presionen la cara interna de los labios dejando en ellos marcas muy típicas.
En la imagen pueden verse dos ejemplos de estas equimosis.
En la izquierda venos una equimosis reciente (flechas amarillas), así como pequeños cortes en la mucosa labial (flechas rojas).
La maniobra de acallamiento fue enérgica en este caso ya que, junto a las dos lesiones anteriores, encontramos otra equimosis en la encía de los incisivos medios superiores (asterisco blanco).
Un concepto nuclear en lesiones externas es el de “lesión figurada”.
Se conoce como lesión figurada lesión que, por su morfología, evoca o reproduce la del agente causante.
Así, un arma puede dejar su huella en la piel, permitiendo identificar el agente que la causó. De ahí la necesidad de documentar las lesiones en el curso de su primera inspección. Por ejemplo, en el cuarto de Urgencias.
La morfología es perecedera, de ahí el valor de la primera inspección y documentación de estas lesiones.
Cuando la presión es ejercida por las manos. Las yemas de los dedos suelen dejar unas equimosis redondeadas que adoptan la morfología de una moneda, por lo que se habla de equimosis o hematomas numulares.
Los dedos suelen dejar también lesiones alargadas que se conocen como equimosis digitiformes.
En la imagen, se muestran a la izquierda dos equimosis redondeadas (flechas). En la figura de la derecha, pueden apreciarse imágenes similares correspondientes, en este caso, a la presión de los dedos sobre la cara en el curso de maniobras de acallamiento.
También son típicas las marcas dejadas por las uñas (conocidas como estigmas ungueales), bien en forma de erosiones con forma de media luna, o como líneas paralelas compatibles con rasguños.
Muy frecuentemente, las lesiones son producidas por la propia ropa a la que se le aplican movimientos bruscos cuando se sujeta al individuo mediante ella. Sin típicas las erosiones en el cuello o por prendas interiores como pueda ser el sujetador.
La unicidad o multiplicidad de las lesiones a veces indican reiteración a lo largo de un intervalo de tiempo. De ahí que este parámetro haya de verse siempre en conjunción con el siguiente: la data.
Múltiples lesiones, de diferente data, sugieren maltrato.
En Medicina Legal se denomina data al periodo de tiempo transcurrido desde la producción de un suceso o lesión.
Así, la data de la muerte es el periodo de tiempo desde que esta se produjo.
Igualmente, se habla de data de las lesiones.
En las equimosis un elemento que ayuda a determinar la data es su coloración.
Pasan de color rojo oscuro-violáceo-verdoso-amarillo hasta desaparecer generalmente tras 15-17 días, siendo el colorido siempre más marcado en el centro que en la periferia.
Uno de los hallazgos interesantes es el momento en que el color amarillo aparece por primera vez y puede ser visto a simple vista.
Se ha indicado que el color amarillo no aparece hasta, al menos varios días, y generalmente una semana después de la lesión. Las contusiones profundas pueden tardar entre 12 y 24 horas en aparecer. El color marrón indicaría que el hematoma tiene más de 24 horas. Esto contrasta con otros, 9 que no encontró un color marrón hasta el fin de la primera semana (Para más información sobre el color véase articulo: P Vanezis. Interpreting bruises at necropsy. J Clin Pathol 2001;54:348–355)
Tanto en el caso de la data como en el apartado que veremos a continuación, la vitalidad, son posibles análisis de laboratorio.
Básicamente, estos análisis descansan en la posibilidad de demostrar histológicamente la reacción de los tejidos, bien a través de la inspección de las células y fibras, bien mediante técnicas histoquímicas que traducen la existencia de reactividad tisular y pueden incluso datar su cronología. Dichas técnicas son posibles, principalmente, en el cadáver.
Cabe decir que, incluso con la mas refinada de las técnicas, la determinación exacta de la data no suele ser posible. Nos movemos siempre con rangos más o menos estrechos.
Se denominan lesiones vitales a aquellas que se produjeron mientras que la persona estaba viva, para diferenciarlas de las lesiones post-mortales.
Macroscópicamente, existen varios criterios orientativos:
Las erosiones o escoriaciones extensas cuando se producen en las personas vivas, se acompañan de reacción inflamatoria que incluye un abundante exudado. En el fallecido, dicho exudado no tiene lugar, dando a la lesión un aspecto apergaminado que aunque no resulta patognomónico si es sospechoso de postmortalidad.
En vida, la reacción inflamatoria en toda herida, incluye tumefacción y enrojecimiento. En el caso de las heridas postmortales no existe el aumento de volumen ni tampoco el enrojecimiento. El aspecto de estas heridas postmortales, por la deshidratación cadavérica es también tendente al apergaminamiento.
En las lesiones vitales, la sangre queda adherida al tejido y, por ello, se realiza la llamada prueba del lavado, que consiste en mantener un flujo permanente lento de un chorro de agua sobre la lesión (previamente puede hacerse sobre ella una incisión exploradora). Se comprueba así si el material sanguíneo es arrastrado por el agua, en cuyo caso la herida resulta lavada de sangre y, en consecuencia, se trata de un hallazgo postmortal.
Imágenes de heridas vitales (heridas contusas por barra: izquierda, flechas blancas) y post-mortales (constricción por una cuerda: derecha flechas rojas). Nótese, a la izquierda, la contusión de bordes que les confiere un aspecto «ajamonado», así como su gran retracción de bordes. En la derecha, no se aprecia reacción inflamatoria alguna
En las lesiones vitales, se interrumpen las líneas del tejido conjuntivo que mantienen la integridad de la piel (Líneas de Langer) y es típica la retracción de los bordes. Dicha retracción no se produce en las lesiones post-mortem.
En heridas contusas, la presencia de equimosis, hematoma u otros signos de contusión dentro de la misma, atestiguan su vitalidad ya que no se producen en el cadáver.
Histológicamente puede precisarse con mayor detalle si existió reacción tisular o no. Mediante la inspección al microscopio, podemos visualizar células inflamatorias en los casos de vitalidad. También pueden realizarse técnicas histoquímicas.
Respecto de la data del intervalo postmortal en una lesión no vital, cabe decir que existe un periodo de penumbra tras la muerte en el que es muy difícil establecer la vitalidad o no se una lesión Dicho inérvelo es mas estrecho cuantas mas y mejores pruebas podamos realizar, pero siempre es un periodo de tiempo, y, habitualmente, nunca una data exacta.
[i] Rosa M. Pérez Pérez. Patología forense
Universidad Oberta de Cataluña. Disponible en:
http://openaccess.uoc.edu/webapps/o2/bitstream/10609/75566/2/Medicina%20legal%20y%20forense_M%C3%B3dulo%203_Patolog%C3%ADa%20forense.pdf
El Dr. Aso Escario es Doctor en Medicina y Cirugía, Medico Forense, Especialista en Medicina Legal y Forense, Especialista en Neurocirugía, Profesor Universitario acreditado (ANECA) y miembro correspondiente de la Real Academia de Medicina de Zaragoza.
Cuenta con más de 30 años de experiencia en el campo de la Medicina Forense y es autor de varios libros sobre el tema así como de numerosos artículos, tanto en revistas nacionales como internacionales.
Ha dirigido cursos de especialización y formación para Médicos Forenses en España e impartido numerosas conferencias y seminarios sobre Medicina Legal.
Además de en otros aspectos de la Medicina Forense, es un autor acreditado, en particular, como experto en problemática médico-legal del Sistema nervioso y de la columna vertebral, dada su condición adicional de Especialista en neurocirugía.
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Aso Escario José. Aspectos médico-legales de la enfermedad trombo-embólica y la embolia pulmonar. Blog de Medicina Legal. Disponible en: https://www.peritajes-medicos.es/blog-de-medicina-legal/aspectos-medico-legales-de-la-enfermedad-trombo-embolica-y-la-embolia-pulmonar/. Publicado el 8 de Agosto de 2018. Accedido el 9/8/2018
2 Comments
Excelente material. En hora buena , el haber encontrado tan explícitos conocimientos. Gracias por compartirlos.
Muchas gracias.
Sus amables comentarios nos impulsan a seguir adelante.
Saludos cordiales